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El Sacha Inchi. Bienestar para el campesino, bienestar para el consumido

Es necesario mencionar en primer lugar, que la planta Sacha Inchi, es una euphorbiaceae que comúnmente se conoce como maní del monte, sacha maní o maní del inca. Se encuentra distribuida desde América Central hasta el Amazonas, se adapta a suelos arcillosos y ácidos y se desarrolla mejor en climas cálidos. Presenta características muy favorables para la reforestación, protege a los suelos de la erosión. Dentro de sus componentes se encuentran principalmente: proteínas, aminoácidos, ácidos grasos esenciales (omegas 3, 6, y 9) y vitamina E (tocoferoles y tocotrienoles) en contenidos significativamente elevados, respecto de semillas de otras oleaginosas (maní, palma, soya, maíz, colza y girasol) (Gómez y Torres, 2007). Investigaciones recientes realizadas con aceites omegas y vitamina E indican la importancia nutricional y terapéutica de su consumo para el control de radicales libres y una serie de enfermedades que estos originan en el organismo humano (Manco, 2006, p. 3).


En segundo lugar, el presente ensayo sustenta la tesis por la cual el cultivo y producción del Sacha Inchi favorece el desarrollo de un modelo de emprendimiento campesino, en el municipio de Calima Darién, en el Valle del Cauca colombiano. Por lo tanto, dicho modelo busca generar un cambio significativo en el desarrollo de Colombia, enfocado en el factor humano y en desarrollo económico de nuestros campesinos. De esta manera lograr un emprendimiento, generando actividad empresarial que favorezca a nuestros campesinos y a la vez con su resultado se desarrollen productos de excelente calidad y que beneficien al consumidor final. En consecuencia, el cultivo de Sacha Inchi genera múltiples beneficios, entre los que se destacan los de tipo ambiental ya que protege los suelos de la erosión y colabora a la reforestación; los sociales pues en el municipio de Calima sirve para el reemplazo de cultivos ilícitos, y a los consumidores genera beneficios en la salud.


La historia colombiana se ha caracterizado por la constante barbarie de la guerra, no solo por las diferencias políticas e ideológicas, sino también por la lucha constante contra el narcotráfico y los cultivos ilícitos. Muchas veces estos dos factores se han confabulado y han tenido gran impacto en gran parte de la población. El campesino colombiano ha sido quien más ha sufrido por este tipo de situaciones. Muchos de ellos decidieron quedarse en el campo obligados, en muchos casos, a formar parte de las filas de estos ejércitos al margen de la ley, mientras otros bajo la coacción de dichos grupos se han visto forzados a la práctica de cultivos ilícitos. Por otro lado los campesinos que han querido huir de dichas situaciones han tenido que desplazarse a las ciudades dejando todo lo que tenían atrás, cambiando por completo su forma de vida y enfrentándose a una realidad que cada día es más dura y competitiva (González, 2010).


Por lo tanto, a nivel nacional, se ha incrementado la necesidad que las zonas rurales empiecen a participar más en el entorno de empresas, para hacer crecer los cultivos y buscar un mayor apoyo. Pues lo que se busca es que los productos que son cosechados, sean mejor valorados, y que el Ministerio de Agricultura de Colombia los tenga en cuenta y brinde el apoyo necesario para su inicio, mantenimiento y crecimiento. En este caso la cosecha del Sacha Inchi tiene un alto nivel de innovación y con inclusión de la comunidad campesina se soportan las ideas de emprendimiento, a razón de un mercado poco saturado lo que mejora las garantías del negocio, “La intensidad de la competencia. Cuanto más libre sea el entorno de la competencia y mayores garantías tengan las empresas pequeñas frente a las grandes, mayor será la actividad innovadora” (Porter, 1998 y Wennekers, 2006 citado por Vesga, 2008).


Entendiendo este tipo de situaciones, se pretende con el cultivo de Sacha Inchi en el municipio de Calima Darién, contribuir de forma determinante con la población campesina, a quien se le brinda la posibilidad de tener un cultivo lícito, seguro, de gran rendimiento económico y ello se une a las labores con las cuales se facilita la distribución y se asegura una excelente calidad del producto final, logrando incentivar la posibilidad de seguir trabajando la tierra y que la producción agrícola sea de calidad. En un probable periodo de posconflicto en el país, se hace necesario lograr el retorno de campesinos sus territorio de origen, de los cuales han sido desplazados, para lo cual se requiere la creación y desarrollo de actividades económicamente productivas, por lo cual el cultivo de Sacha Inchi, promete ser viable para este tipo de situaciones, por sus características favorables para la salud del consumidor y una importante demanda no solo a nivel nacional, sino también en el ámbito internacional. Adicional a este escenario de conflicto, como es bien sabido, la mayoría de las personas en zonas rurales no tienen los recursos necesarios para la iniciativa de este tipo de modelos de emprendimiento, por lo que se hace necesario contar con el apoyo del Ministerio de Agricultura de Colombia, quienes por a través de “instrumentos de financiamiento” ayudan a que los pequeños y medianos productores que puedan empezar, desarrollar y sostener un proyecto agrícola. Uno de estos instrumentos financieros consiste en condonar hasta el 40% de créditos financieros, destinados al montaje y producción de cultivos (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, 2013).


De este modo, con la idea de aprovechar no solo recursos propios sino iniciativas como la citada anteriormente, es importante destacar que el cultivo de Sacha Inchi requiere de un montaje cuya inversión aproximada es de 8 a 10 millones de pesos para una hectárea, este montaje está acondicionado para durar más de 10 años (Rodríguez, 2012), la inversión se recupera a los tres años de producción, de tal forma que la producción asciende al pasar cada año, por ejemplo: si el primer año se cultivó una tonelada, para el siguiente se tendrán aproximadamente dos toneladas y así progresivamente durante los años posteriores a la primera cosecha; de esta forma se soporta una vez más la viabilidad del proyecto esta vez ya no desde un punto netamente social sino desde un enfoque económico y rentable, ya que al productor le será más fácil pagar el crédito adquirido al inicio del proyecto, gracias a los alto niveles de retorno de inversión (ROI) ofrecidos por el cultivo de Sacha Inchi, sumándole a esto que si se hace acreedor a la condonación de parte de la deuda, podría quedar a su cargo hasta un 60% de la deuda total, de esta forma podrá acceder a un nuevo crédito para cultivar una nueva hectárea, fomentando así el crecimiento del cultivo y de sus ingresos, mejorando la calidad de vida y la de la población en general.


Como se ha evidenciado a través del desarrollo de este documento, la creación de un proyecto de cultivo de Sacha Inchi integrado con la comunidad campesina en la zona propuesta, no representa una actividad agricultora común, ya que por un lado presenta una serie beneficios desde el producto como tal, los cuales son transferidos al consumidor final, quien según las tendencias del mercadeo cada día presenta un interés mayor por el consumo de productos naturales reconociendo en ellos características importantes para el mejoramiento de su salud y la conservación de su bienestar, no solo a nivel nacional sino también a nivel internacional, donde se destacan tendencias como la dieta “raw food“ que pretende consumir productos que no hayan sido calentados a más de 40°C, este tipo de dietas van “muy de la mano con los productos orgánicos, pues al no ser sometidos al calor, la presencia de pesticidas y otras sustancias en los ingredientes tiene un mayor impacto en el consumidor” (PROCOLOMBIA, 2015), y por otro lado, desde la perspectiva del campesino, es una actividad que le brinda un oportunidad de cultivo lícito de alta rentabilidad, con niveles de impacto ambiental muy bajos, dado que “El cultivo de sacha inchi en áreas intervenidas y degradadas es una actividad de reforestación rentable.” (Gómez y Torres, 2007, p. 42), dado que en la actualidad no es un producto comercial en Colombia, lo que facilitará su inclusión en proyectos de emprendimiento y participar en convocatorias de apoyo económico, que le garanticen una mejor gestión de los recursos y maximizando la viabilidad del proyecto, no solo a nivel individual sino también de su propia comunidad.


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